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Artritis Reumatoide Juvenil

La artritis reumatoide juvenil (ARJ) abarca un grupo diverso de afecciones inflamatorias crónicas que se manifiestan en la infancia, diferenciándose de la artritis reumatoide del adulto. El estudio de la ARJ ha enfrentado numerosos desafíos, particularmente debido a las inconsistencias en la clasificación y nomenclatura de la enfermedad, la variabilidad en las presentaciones clínicas y la dificultad para reclutar un número suficiente de pacientes para ensayos clínicos. A pesar de ser descrita por primera vez en la década de 1890, la etiología precisa de la ARJ sigue siendo desconocida. Sin embargo, los avances en la comprensión de los mecanismos inmunopatogénicos han mejorado significativamente nuestro conocimiento de la ARJ y han facilitado el desarrollo de nuevos enfoques terapéuticos (1).

Artritis Reumatoide Juvenil

Un hito significativo en la clasificación de la artritis idiopática juvenil (AIJ), que incluye la ARJ, fue el establecimiento de los criterios de clasificación de la Liga Internacional de Asociaciones de Reumatología (ILAR) en 1997. Este sistema de clasificación describe varias categorías distintas de AIJ basadas en la presentación clínica y la progresión de la enfermedad. La artritis sistémica se caracteriza por artritis acompañada o precedida por una fiebre diaria que dura al menos dos semanas, junto con otros síntomas como erupción eritematosa no fija, agrandamiento generalizado de los ganglios linfáticos, hepatomegalia o esplenomegalia y serositis.

La oligoartritis, otra categoría, involucra artritis que afecta de una a cuatro articulaciones dentro de los primeros seis meses del inicio de la enfermedad. Se subdivide a su vez en oligoartritis persistente, que se limita a cuatro articulaciones o menos, y oligoartritis extendida, que eventualmente afecta a cinco o más articulaciones. Las exclusiones para esta categoría incluyen antecedentes familiares de psoriasis o enfermedad asociada a HLA-B27, una prueba positiva del factor reumatoide (FR) y artritis sistémica como se definió anteriormente.

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La poliartritis, definida por la artritis que afecta a cinco o más articulaciones dentro de los primeros seis meses de la enfermedad, se clasifica según la presencia o ausencia de FR. La poliartritis negativa a FR implica una prueba de FR negativa en dos ocasiones con al menos tres meses de diferencia, mientras que la poliartritis positiva a FR requiere pruebas de FR positivas en dos ocasiones con al menos tres meses de diferencia. Las exclusiones para ambas categorías incluyen la artritis sistémica y, para la poliartritis positiva a FR, la ausencia de pruebas de FR positivas en las ocasiones requeridas.

La artritis psoriásica en niños se diagnostica por la presencia de artritis y psoriasis, o artritis acompañada de dos o más características como dactilitis, pitting ungueal u onicolosis, y antecedentes familiares de psoriasis confirmados por un dermatólogo. Las exclusiones incluyen la presencia de FR y artritis sistémica. La artritis relacionada con entesitis involucra artritis y entesitis, o artritis o entesitis con características adicionales como sensibilidad de la articulación sacroilíaca, presencia de HLA-B27, antecedentes familiares de enfermedades asociadas a HLA-B27, uveítis anterior y el inicio de la artritis en niños varones después de los ocho años. La psoriasis y la artritis sistémica son exclusiones para esta categoría.

La categoría de otras artritis incluye a niños con artritis de causa desconocida que persiste durante al menos seis semanas pero que no cumple con los criterios de ninguna de las otras categorías o cumple con los criterios de más de una categoría. Esto resalta la complejidad y heterogeneidad de la artritis idiopática juvenil, lo que necesita un mayor refinamiento y validación de los criterios de clasificación para mejorar la colaboración internacional en el estudio de estas enfermedades.

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Se ha logrado un progreso significativo para alcanzar el consenso internacional sobre la clasificación de la artritis idiopática juvenil, pero aún son esenciales un mayor refinamiento y validación de estos criterios. Se espera que este consenso facilite una colaboración internacional más efectiva para estudiar la susceptibilidad genética, la causalidad, la patogénesis y el tratamiento de la AIJ. Abordar los aspectos únicos de la artritis crónica en los niños, como el crecimiento deficiente y el síndrome de activación macrofágica, puede potencialmente reducir la morbilidad y la mortalidad relacionadas con la enfermedad. Además, el advenimiento de nuevos agentes biológicos ha mejorado sustancialmente el panorama del tratamiento para la ARJ, lo que subraya la importancia de identificar predictores confiables del curso y el resultado de la enfermedad para la aplicación racional y oportuna de estas terapias. En resumen, si bien se han logrado avances sustanciales en la comprensión y clasificación de la artritis idiopática juvenil, aún queda mucho por aprender. El continuo refinamiento de los criterios de clasificación y la identificación de predictores de la enfermedad son cruciales para avanzar en el tratamiento y manejo de la AIJ. A medida que se amplía nuestro conocimiento de los fundamentos genéticos e inmunopatogénicos de estas enfermedades, también lo hace el potencial para desarrollar terapias más efectivas y dirigidas, mejorando en última instancia los resultados para los niños afectados por estas condiciones debilitantes.