En la psicología del deporte, se han identificado tres principales tipos de metas que los atletas pueden establecer para mejorar su rendimiento y motivación. Según Hardy y Nelson (1988), estas metas son las metas de resultado, metas de rendimiento y metas de proceso. Cada tipo de meta tiene características específicas y desempeña un papel diferente en el desarrollo deportivo del atleta.
Las metas de resultado se centran en el resultado final de una competencia o evento específico y suelen involucrar una comparación con otros competidores. Estos objetivos pueden incluir ganar una competición, derrotar a un oponente o alcanzar una posición deseada, como “pasar el punto de corte” en un torneo de golf. Aunque son motivadoras, las metas de resultado dependen en gran medida del rendimiento de los oponentes. Por ejemplo, un tenista puede jugar su mejor partido y aun así perder si su rival tuvo un mejor desempeño ese día. Por lo tanto, estas metas son, en gran parte, incontrolables y pueden generar frustración si no se alcanzan debido a factores externos.
En contraste, las metas de rendimiento se centran en el rendimiento personal del atleta y no en la comparación con otros. Estas metas representan el “qué” de la motivación (Kremer et al., 2012) y son auto-referenciales. Un ejemplo de una meta de rendimiento podría ser reducir el número total de putts en una ronda de golf. Estas metas están bajo el control del atleta, ya que se basan en estándares personales de competencia y técnica. Un golfista, por ejemplo, puede establecer como meta colocar la bola a no más de 30 cm del hoyo cada vez que llega al green, lo cual depende de su propia habilidad y esfuerzo.
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Debido a que las metas de rendimiento y de proceso están bajo el control del atleta, suelen considerarse más motivadoras que las metas de resultado. Weinberg (2002) y Orlick (1986) sugieren que los atletas deberían enfocarse en estas metas durante el entrenamiento y las competiciones para aprovechar al máximo su potencial. Estas metas diarias ayudan a los atletas a mejorar el control personal sobre su rendimiento y a superar los obstáculos que enfrentan.
Sin embargo, la preferencia por las metas de rendimiento no está completamente respaldada por la investigación. Un estudio de Kyllo y Landers (1995) revisó la literatura cuantitativa y encontró que las metas de rendimiento no fueron significativamente más efectivas que las metas de resultado para mejorar las habilidades deportivas. Esto sugiere que, aunque las metas de rendimiento y proceso pueden ser más controlables y menos dependientes de factores externos, no siempre son superiores a las metas de resultado en términos de efectividad.
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(1) Meyers AW, Whelan JP, Murphy SM. Cognitive behavioral strategies in athletic performance enhancement. Prog Behav Modif. 1996;30:137-64. PMID: 7567674.
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