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Teoría de la Catástrofe de la Ansiedad en el Rendimiento Deportivo

La teoría de la catástrofe de la ansiedad, desarrollada por Hardy y colaboradores (1990, 1996; Hardy y Parfitt, 1991; Hardy et al., 2007), ofrece una perspectiva innovadora sobre la relación entre la ansiedad y el rendimiento deportivo. Esta teoría postula que la ansiedad es un constructo multidimensional compuesto por un componente cognitivo y uno de activación fisiológica. A diferencia de los modelos tradicionales de activación-rendimiento, la teoría de la catástrofe sugiere que la interacción entre la activación fisiológica y la ansiedad cognitiva determina el rendimiento deportivo de una manera compleja y no lineal.

Teoría de la Catástrofe de la Ansiedad

Según esta teoría, la activación se relaciona con el rendimiento siguiendo una curva de U invertida, pero solo cuando la ansiedad cognitiva es baja. En condiciones de baja preocupación, un aumento en la activación mejora el rendimiento hasta cierto punto, después del cual se observa un declive gradual. Sin embargo, cuando la ansiedad cognitiva es alta, el aumento de la activación puede inicialmente mejorar el rendimiento, pero más allá de un umbral crítico, puede llevar a un declive rápido y dramático, conocido como “catástrofe”. Este fenómeno explica por qué los atletas pueden experimentar un colapso en su rendimiento bajo niveles elevados de estrés.

La teoría de la catástrofe permite hacer dos predicciones importantes. Primero, la interacción entre la activación fisiológica y la ansiedad cognitiva tiene un impacto mayor en el rendimiento que cualquiera de las dos variables por separado. Por ejemplo, niveles altos de ansiedad cognitiva pueden mejorar el rendimiento cuando la activación fisiológica es baja, pero deteriorarlo cuando la activación es alta. Esta predicción desafía la creencia común de que la ansiedad cognitiva siempre es perjudicial para el rendimiento deportivo.

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La segunda predicción es el fenómeno de histéresis, donde la curva de activación-rendimiento sigue un patrón diferente dependiendo de si la activación fisiológica está aumentando o disminuyendo. Esto significa que el rendimiento no solo depende del nivel de activación, sino también de la trayectoria reciente de la activación. Un estudio realizado por Vickers y Williams (2007) con atletas de biatlón mostró que altos niveles de ansiedad cognitiva combinados con alta activación fisiológica pueden llevar a un colapso en el rendimiento, pero este efecto puede ser mitigado si los atletas son capaces de concentrarse en la información relevante para la tarea.

A pesar de su respaldo empírico en algunos estudios, como el de Edwards et al. (2002), la teoría de la catástrofe ha sido cuestionada. Por ejemplo, Cohen et al. (2003) no encontraron evidencia de histéresis en una tarea de lanzamiento de dardos. La complejidad tridimensional de la teoría dificulta su prueba experimental, lo que ha llevado a debates sobre su validez y aplicabilidad en diferentes contextos deportivos.

A pesar de estos desafíos, la teoría de la catástrofe sigue siendo un modelo intrigante que ofrece una comprensión más matizada de la relación entre la ansiedad y el rendimiento deportivo. La evidencia sugiere que la atención visual y otros procesos cognitivos pueden moderar la relación entre ansiedad y rendimiento, lo que abre nuevas vías para intervenciones psicológicas en el deporte. La teoría también destaca la importancia de considerar múltiples dimensiones de la ansiedad y su interacción con la activación fisiológica, en lugar de tratarlas como factores independientes.

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En conclusión, la teoría de la catástrofe proporciona una visión compleja pero potencialmente poderosa del impacto de la ansiedad en el rendimiento deportivo. A medida que se realizan más investigaciones, es probable que se desarrollen nuevas estrategias para ayudar a los atletas a manejar su ansiedad de manera más efectiva y optimizar su rendimiento en situaciones de alta presión.

(1) Hardy, L., and Parfitt, C. G. (1991) A catastrophe model of anxiety and performance. British Journal of Psychology, 82, 163–178.