La deficiencia de adenosina desaminasa (DDA) es un trastorno genético crítico que afecta la funcionalidad del sistema inmunitario debido a un defecto en la vía de rescate de purinas. Este defecto produce una acumulación tóxica de sustratos de adenosina (Ado) y desoxiadenosina (dAdo), afectando particularmente a los linfocitos, vitales para la respuesta inmunitaria. La forma grave de DDA conduce a una inmunodeficiencia combinada grave (IDCG), la cual pone en riesgo la vida y suele presentarse poco después del nacimiento. La gravedad del trastorno ha impulsado una extensa investigación sobre diversas modalidades de tratamiento a lo largo de las décadas (1).
El avance inicial en el tratamiento de la IDCG por DDA se produjo en la década de 1970 con el desarrollo de la terapia de reemplazo enzimático (TRE). Para la década de 1980, la TRE se había convertido en un tratamiento estándar para controlar la IDCG por DDA, ayudando a mitigar algunas de las deficiencias inmunitarias al suplementar la enzima deficiente. Sin embargo, si bien la TRE puede proporcionar alivio temporal, no es un tratamiento curativo. Su eficacia puede disminuir con el tiempo, y los pacientes a menudo requieren tratamiento continuo para mantener la función inmunitaria.
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El panorama del tratamiento de la IDCG por DDA ha evolucionado para incorporar estos avances. El algoritmo de tratamiento actual generalmente comienza con la TRE para estabilizar la condición del paciente, seguido de una evaluación para TCSH si hay un donante compatible disponible. Si no se encuentra un donante adecuado, se considera la terapia génica cuando está disponible. Este enfoque escalonado asegura que los pacientes reciban el tratamiento más apropiado y potencialmente curativo mientras se controlan los riesgos inmediatos.
A pesar del progreso, quedan desafíos. La TRE, aunque beneficiosa, no es curativa y su efectividad a largo plazo puede disminuir. El TCSH, aunque potencialmente curativo, está limitado por la disponibilidad de donantes y los riesgos asociados. La terapia génica, aunque prometedora, aún se encuentra en proceso de refinamiento para garantizar la seguridad y eficacia a largo plazo. La implementación exitosa de la terapia génica en la práctica clínica dependerá de la investigación continua y los procesos de aprobación regulatoria en diferentes países.
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