La densitometría ósea se ha convertido en una herramienta crucial para la detección temprana y el control de la osteoporosis, una condición caracterizada por una densidad mineral ósea (DMO) reducida que aumenta el riesgo de fracturas. Los métodos radiográficos tradicionales, aunque son útiles para visualizar la estructura ósea, no proporcionan datos cuantitativos sobre la DMO. Esta limitación dificulta el diagnóstico y tratamiento tempranos de la osteoporosis. Por el contrario, las técnicas de densitometría ósea ofrecen mediciones precisas de la DMO, lo que permite la identificación temprana de la pérdida mineral ósea y el inicio oportuno de intervenciones terapéuticas.
La evolución de la densitometría ósea ha experimentado avances significativos a lo largo de las décadas. Inicialmente, se desarrolló la absorciometría de energía simple (absorciometría de fotón único) utilizando yodo-125 para medir la DMO de los huesos periféricos. Aunque supuso un gran avance en su momento, este método tenía limitaciones, sobre todo en la evaluación de la DMO de los huesos centrales del esqueleto. Esto condujo al desarrollo de la absorciometría de energía dual (absorciometría de fotón dual [DPA]) que emplea gadolinio-153, la cual proporcionaba mediciones más precisas de la DMO del esqueleto central.
La introducción de la absorciometría de rayos X de doble energía (DXA) a mediados de la década de 1980 marcó un hito importante en la densitometría ósea. La DXA ganó rápidamente una amplia aceptación debido a sus numerosas ventajas sobre los métodos anteriores. Podía medir la DMO tanto de la columna posteroanterior como de la cadera en un tiempo mucho menor que la DPA, y también era capaz de evaluar los huesos periféricos. La reducción del tiempo de escaneo, combinada con la baja dosis de radiación, la alta resolución de imagen y la precisión de la DXA, contribuyeron a su popularidad entre los médicos.
Las capacidades de la DXA van más allá de la simple medición de la DMO en los sitios esqueléticos centrales y periféricos. También se ha aplicado a la columna lateral para evaluar la densidad ósea trabecular, a todo el cuerpo para evaluar la densidad ósea total y la composición corporal, y a la columna para evaluar las fracturas vertebrales. Estas aplicaciones adicionales aumentan la utilidad de la DXA en la evaluación y el control integral de la salud ósea.
Uno de los factores clave que contribuyen a la preferencia continua por la DXA en el ámbito clínico es la disponibilidad de una amplia base de datos sobre el rango normal de DMO para diversos sitios esqueléticos en diferentes grupos de edad, sexo y etnia. Estos datos, compilados y proporcionados con los dispositivos DXA, permiten un diagnóstico inmediato y preciso, facilitando la toma de decisiones oportunas en la atención al paciente.
En resumen, la densitometría ósea, especialmente con la llegada de la DXA, ha revolucionado la detección temprana y el tratamiento de la osteoporosis. Su capacidad para proporcionar mediciones precisas y cuantitativas de la DMO en poco tiempo y con una exposición mínima a la radiación la convierte en una herramienta indispensable en la atención médica moderna.
Los avances y aplicaciones continuas de la DXA siguen aumentando su valor en el diagnóstico y el control de la salud ósea, mejorando en última instancia los resultados de los pacientes.
(1) Chun KJ. Bone densitometry. Semin Nucl Med. 2011 May;41(3):220-8. doi: 10.1053/j.semnuclmed.2010.12.002. PMID: 21440697.
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