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Vértigo paroxístico benigno de la infancia

El vértigo paroxístico benigno de la infancia (VPB), o vértigo recurrente de la infancia, se destaca como la causa más prevalente de vértigo en niños pequeños. Esta condición es ampliamente reconocida como una variante o precursora de la migraña pediátrica. En particular, los niños diagnosticados con VPB tienen más probabilidades de desarrollar migrañas en el futuro en comparación con sus pares (1).

vertigo paroxistico benigno de la infancia

Los episodios de vértigo asociados con VPB se caracterizan típicamente por una sensación de vértigo de habitación giratoria, a menudo acompañada de otros síntomas comunes en las migrañas, como palidez y náuseas. Curiosamente, estos episodios rara vez involucran dolores de cabeza, lo que distingue al VPB de las presentaciones típicas de migraña.

La duración de estos episodios vertiginosos suele ser breve, durando solo unos minutos, y pueden ocurrir esporádicamente durante un lapso de días o semanas. Entre estos episodios, los niños con VPB no presentan ningún síntoma o signo anormal en el examen o las pruebas. Esta falta de síntomas interictales ayuda a diferenciar el VPB de otros trastornos vestibulares más persistentes o crónicos. Por lo tanto, el VPB no suele requerir pruebas diagnósticas extensas, lo que puede ser tranquilizador tanto para los padres como para los proveedores de atención médica.

A pesar de la naturaleza angustiante de los episodios de vértigo, el tratamiento para el VPB rara vez se requiere. En los casos en que los episodios sean particularmente severos, frecuentes o prolongados, se pueden considerar terapias para la migraña para brindar alivio. Dichos tratamientos suelen ser más agresivos y se usan solo cuando es necesario debido a la naturaleza benigna y autolimitada del VPB. Comprender la presentación típica y el curso benigno del VPB es crucial para los proveedores de atención médica que atienden a niños con mareos y sospecha de trastornos migrañosos.

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La fisiopatología del VPB no se comprende del todo, pero se cree que está relacionada con los mismos mecanismos subyacentes a las migrañas. Algunos investigadores sugieren que el VPB puede deberse a una disfunción temporal en el sistema vestibular, que es responsable del equilibrio y la orientación espacial. Esta disfunción podría desencadenarse por factores similares que precipitan las migrañas, como cambios en el flujo sanguíneo, desequilibrios de neurotransmisores o predisposiciones genéticas. Los desencadenantes exactos y los mecanismos biológicos siguen siendo un tema de investigación en curso.

En la práctica clínica, el diagnóstico del VPB se basa principalmente en una historia clínica y un examen físico completos. Una historia detallada puede revelar la naturaleza episódica característica del vértigo y los síntomas asociados. El examen físico generalmente no muestra anomalías entre episodios, lo que respalda aún más el diagnóstico. En algunos casos, se pueden realizar pruebas adicionales como audiometría, pruebas vestibulares o incluso neuroimágenes para descartar otras causas de vértigo, pero generalmente no son necesarias para diagnosticar el VPB.

El tratamiento del VPB implica educar a los padres y cuidadores sobre la naturaleza benigna de la afección y su probable progresión. La mayoría de los niños con VPB superan la condición, aunque pueden desarrollar migrañas más adelante en la vida. Se debe tranquilizar a los padres de que los episodios no causarán daños permanentes y que los niños generalmente pueden continuar con sus actividades normales. Para casos severos, los medicamentos profilácticos para la migraña o las modificaciones del estilo de vida para evitar los desencadenantes conocidos de la migraña pueden ser beneficiosos.

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Esta descripción general del VPB destaca la importancia de reconocer y comprender esta afección pediátrica común. Dada su asociación con el desarrollo futuro de la migraña, la identificación temprana y el manejo adecuado son esenciales. Además, familiarizar a los proveedores de atención médica con el VPB puede ayudar a garantizar un diagnóstico oportuno y preciso, brindando alivio y tranquilidad a los niños afectados y sus familias. A medida que continúa la investigación, una comprensión más profunda de la fisiopatología del VPB puede conducir a tratamientos más específicos y estrategias preventivas en el futuro.