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Pericarditis: Una Mirada Profunda a una Afección del Pericardio

La pericarditis es una inflamación aguda del pericardio, el saco que envuelve al corazón. Esta condición representa aproximadamente el 5% de los casos de dolor torácico agudo. Aunque puede surgir por diversas causas, en muchos casos se considera idiopática, es decir, de origen desconocido. Las infecciones virales como las causadas por enterovirus, adenovirus y otros también son causas comunes, seguidas por infecciones bacterianas, fúngicas, y otras condiciones como tumores y enfermedades autoinmunes.

Pericarditis

Los síntomas de la pericarditis suelen incluir dolor torácico agudo y punzante que se exacerba con la respiración y puede aliviarse al inclinarse hacia adelante en una postura conocida como “plegaria mahometana”. Un síntoma patognomónico de esta afección es la irradiación del dolor hacia el trapecio. En casos asociados con tuberculosis (TBC) o procesos neoplásicos, el dolor típico puede no estar presente. Durante el examen físico, un signo característico es el frote pericárdico, un sonido que se escucha mejor cuando el paciente se inclina hacia adelante.

El diagnóstico de pericarditis se basa en una combinación de hallazgos clínicos y pruebas complementarias. Se debe considerar el diagnóstico cuando al menos dos de los siguientes criterios están presentes: dolor torácico típico, frote pericárdico, cambios específicos en el electrocardiograma (ECG), y la presencia o progresión de un derrame pericárdico. Las pruebas de laboratorio pueden mostrar elevaciones en los marcadores de inflamación como la velocidad de sedimentación globular (VSG) o la proteína C reactiva (PCR), y en algunos casos, la elevación de enzimas cardíacas sugiere miopericarditis.

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El tratamiento de la pericarditis idiopática o viral típicamente incluye antiinflamatorios no esteroides (AINEs) como el ibuprofeno o la aspirina, junto con colchicina para reducir el riesgo de recaída. Los corticoides no se recomiendan debido al mayor riesgo de recaídas, salvo en casos específicos como aquellos relacionados con enfermedades autoinmunes o urémicas. En casos de taponamiento cardíaco, una complicación grave de la pericarditis, se requiere pericardiocentesis urgente para drenar el exceso de líquido y aliviar la presión sobre el corazón.

El pronóstico de la pericarditis puede variar según varios factores. Una temperatura corporal superior a 38 grados, leucocitosis, la presencia de taponamiento cardíaco, derrames extensos, y la falta de respuesta al tratamiento inicial son indicadores de un peor pronóstico. Además, los pacientes inmunocomprometidos o aquellos en tratamiento con antagonistas de la vitamina K, como la warfarina, requieren un manejo más cuidadoso y un seguimiento estrecho.

La pericarditis bacteriana, aunque menos común, requiere una intervención inmediata con drenaje y tratamiento antibiótico agresivo, utilizando fármacos como vancomicina combinada con ceftriaxona o ceftazidima. El seguimiento regular con mediciones de proteína C reactiva puede ayudar a predecir la evolución de la enfermedad y ajustar el tratamiento según sea necesario.

En conclusión, la pericarditis es una afección que, aunque comúnmente benigna, puede presentar complicaciones serias si no se maneja adecuadamente. La identificación oportuna de los síntomas y signos clínicos, junto con un tratamiento y seguimiento adecuados, son esenciales para asegurar una buena evolución y minimizar el riesgo de complicaciones.

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(1) Troughton RW, Asher CR, Klein AL. Pericarditis. Lancet. 2004 Feb 28;363(9410):717-27. doi: 10.1016/S0140-6736(04)15648-1. PMID: 15001332.