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Artritis Psoriásica

La artritis psoriásica (APs) es una condición inflamatoria compleja que presenta desafíos significativos en el diagnóstico y manejo. Afecta a aproximadamente el 20% de las personas referidas a clínicas de artritis temprana. La APs es una enfermedad heterogénea caracterizada por sus manifestaciones musculoesqueléticas y dermatológicas. Un diagnóstico temprano y preciso es fundamental para prevenir la discapacidad a largo plazo y para controlar la enfermedad de manera efectiva, abordando tanto la artritis como sus comorbilidades. Esta revisión sintetiza los últimos conocimientos y avances terapéuticos en el manejo de la APs, destacando la importancia de la intervención temprana y el potencial de los nuevos tratamientos biológicos (1).

artritis psoriasica

El diagnóstico de la APs puede ser particularmente desafiante debido a sus diversas presentaciones clínicas. Los reumatólogos deben diferenciar la APs de otras artritis inflamatorias como la artritis reumatoide, la gota y otras condiciones similares. Los criterios CASPAR (Criterios de Clasificación para la Artritis Psoriásica) ayudan en esta diferenciación al enfocarse en características específicas de la APs, que incluyen psoriasis, enfermedad de las uñas, dactilitis y marcadores serológicos. Sin embargo, hasta el 15% de los pacientes pueden desarrollar artritis antes de cualquier signo visible de psoriasis, lo que complica el proceso de diagnóstico. La psoriasis oculta en áreas como el cuero cabelludo, las uñas y las regiones flexurales se suma al desafío, subrayando la necesidad de una evaluación clínica exhaustiva.

Una vez diagnosticada, es esencial una evaluación exhaustiva de la actividad de la enfermedad. Esto incluye evaluar la artritis, la entesitis, la dactilitis y la afectación axial, así como las condiciones de la piel y las uñas. Los recuentos tradicionales de 28 articulaciones utilizados para la artritis reumatoide son insuficientes para la APs; en cambio, se recomienda un recuento más extenso de 68/66 articulaciones, incluidos los pies y los tobillos. Además, se debe examinar a fondo la presencia de dactilitis y entesitis, particularmente en áreas como el tendón de Aquiles. Reconocer estas diversas manifestaciones permite una planificación de tratamiento individualizada y eficaz.

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Las estrategias terapéuticas para la APs han evolucionado significativamente con el advenimiento de los agentes biológicos. Los medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME) tradicionales han mostrado beneficios modestos, y a menudo se usan debido a la falta de datos sólidos. Sin embargo, los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF) han demostrado una excelente eficacia en múltiples dominios de la APs. La introducción de nuevos productos biológicos ofrece esperanza a los pacientes con APs refractaria, ampliando el arsenal terapéutico. A pesar de estos avances, las guías de tratamiento aún recomiendan un enfoque gradual, comenzando con los FAME tradicionales y escalando a los biológicos según sea necesario para controlar los costos y equilibrar la eficacia.

El ensayo de Control Estrecho de la Artritis Psoriásica (TICOPA) marcó un paso fundamental en la comprensión del manejo de la APs. Este estudio comparó el control estricto con la atención estándar, revelando que la monitorización regular y la escalada del tratamiento para lograr una actividad mínima de la enfermedad mejoraron significativamente los resultados en la artritis periférica, la enfermedad de la piel y las medidas informadas por el paciente. Estos hallazgos han informado las recomendaciones de la Liga Europea Contra el Reumatismo (EULAR), que abogan por apuntar a la remisión o la actividad mínima de la enfermedad a través de un monitoreo regular y ajustes terapéuticos apropiados.

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La atención multidisciplinaria y multiprofesional es crucial para un manejo óptimo de la APs. Dadas las diversas manifestaciones de la enfermedad, los pacientes a menudo requieren atención coordinada por parte de reumatólogos, dermatólogos y otros especialistas. Las clínicas combinadas, donde los pacientes son evaluados simultáneamente por reumatólogos y dermatólogos, han demostrado ser efectivas y son favorecidas por los pacientes. Además, la asociación de la APs con el síndrome metabólico y el aumento del riesgo cardiovascular requiere una atención integral que aborde estas comorbilidades para minimizar la morbilidad y la mortalidad.

En conclusión, la APs es una artropatía frecuente y a menudo no diagnosticada que afecta significativamente la calidad de vida de los pacientes. La detección y la intervención tempranas son fundamentales para mejorar los resultados a largo plazo. El surgimiento de terapias biológicas específicas ha transformado el panorama del tratamiento, ofreciendo nuevas esperanzas para los pacientes con enfermedad refractaria. Sin embargo, se necesita más investigación para refinar las estrategias de tratamiento y optimizar la atención. Un enfoque multidisciplinario sigue siendo la piedra angular del tratamiento eficaz de la APs, garantizando una atención integral para esta enfermedad multifacética.