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Arrinencefalia

La arrinencefalia, una malformación congénita, se caracteriza por la ausencia o el subdesarrollo severo de los bulbos y tractos olfatorios. A pesar de que el término sugiere una falta completa del rinencefalo, a menudo están presentes partes de esta región del cerebro, pero son notablemente hipolíticas y distróficas. La condición puede manifestarse de diversas formas, generalmente acompañada de malformaciones de las estructuras faciales y el cráneo. La presentación más común es la arrinencefalia con labio hendido medio ancho, aunque también se observan otros tipos como la etmocefalia, la cebocefalia y aquellos con anomalías adicionales como la trigoncefalia o la ausencia del cuerpo calloso (1).

Arrinencefalia

Un estudio reciente realizado por la Clínica de Desarrollo Infantil de la Facultad de Medicina de la Universidad del Sur de California y el Hospital de Niños de Los Ángeles documentó un caso clásico de arrinencefalia. Este caso involucró a un bebé que sobrevivió durante tres semanas, lo que brindó una oportunidad única para examinar las características clínicas del síndrome y las malformaciones asociadas. El reconocimiento y diagnóstico tempranos de la arrinencefalia son cruciales debido al pronóstico generalmente desfavorable vinculado a otras anomalías congénitas presentes en los bebés afectados.

Los pacientes con arrinencefalia generalmente no sobreviven más allá de unos pocos meses, y la mortalidad se debe principalmente a las anomalías asociadas más que a la ausencia del aparato olfatorio en sí. Una característica clínica distintiva de la arrinencefalia es la ausencia del filtrum, lo que lleva a un labio hendido medio ancho que se fusiona con una única abertura nasal. Esta característica la distingue de otras condiciones de labio y paladar hendido, donde el filtrum suele estar presente. Además, la hipoplasia teloriana, o distancia reducida entre los ojos, se asocia con frecuencia a la arrinencefalia y puede ayudar en el diagnóstico.

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El estudio utilizó radiografías del cráneo para medir las distancias interorbitales, confirmando que la hipoplasia teloriana es un marcador importante de la arrinencefalia. Las medidas del caso informado se compararon con las de pacientes con trastornos no relacionados pero con tamaños de cabeza similares, lo que refuerza la asociación específica entre la hipoplasia teloriana y la arrinencefalia. Aunque la hipoplasia teloriana puede no tener el mismo significado diagnóstico en grupos de edad avanzada, sigue siendo un indicador crucial en los recién nacidos.

El desarrollo embrionario del rinencefalo comienza alrededor de la sexta semana y es vital para la formación de la corteza olfatoria, el bulbo y el tracto. La falla de las vesículas telencefálicas secundarias para evaginar y la falta de división del prosencéfalo son fundamentales para el desarrollo de la arrinencefalia. La presencia de un labio hendido medio ancho, como se discutió en el estudio, apoya la teoría de la penetración mesodérmica incompleta durante la formación del labio superior, teorizada por Stark y Patten en sus respectivos estudios.

El estudio también exploró los posibles factores etiológicos que contribuyen a la arrinencefalia y las malformaciones asociadas. Si bien los factores genéticos juegan un papel importante, no se pueden descartar las influencias ambientales. Se han documentado casos de teratógenos ambientales que producen fenocopias de malformaciones determinadas genéticamente. En el caso reportado, no se observó ingestión inusual de medicamentos ni ocurrencias anormales durante el embarazo de la madre, aunque persiste la posibilidad de factores ambientales no reconocidos. Los antecedentes familiares de anencefalia en un bebé relacionado complican aún más la comprensión de estas malformaciones.

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En resumen, el estudio presentó un examen detallado de un bebé con arrinencefalia, destacando las características clínicas del síndrome y la importancia del diagnóstico precoz. A pesar del cariotipo normal encontrado en el paciente, la asociación de la arrinencefalia con anomalías cromosómicas como la trisomía 13-15 justifica una mayor investigación. Este caso subraya la complejidad de las malformaciones congénitas y la necesidad de una investigación continua para desentrañar los factores genéticos y ambientales involucrados.