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Acantosis Nigricans

La acantosis nigricans (AN) es una afección dermatológica caracterizada por parches de piel oscuros, aterciopelados y a menudo engrosados, que se encuentran típicamente en los pliegues y arrugas del cuerpo. Esta revisión actualizada destaca la importancia del reconocimiento temprano de la AN, no solo por sus implicaciones estéticas sino también como un indicador potencial de varios trastornos sistémicos, incluida la resistencia a la insulina y, con menor frecuencia, las neoplasias malignas internas. Los pediatras y otros proveedores de atención médica deben estar familiarizados con su presentación clínica, enfoque diagnóstico y estrategias de manejo para garantizar una atención integral al paciente (1).

Acantosis Nigricans

El sello distintivo de la acantosis nigricans es la presencia de placas simétricas, hiperpigmentadas y aterciopeladas con bordes mal definidos. Estas lesiones suelen aparecer en áreas intertriginosas, como el cuello, las axilas y la ingle. La condición puede variar en severidad y extensión, desde una decoloración sutil hasta un engrosamiento pronunciado de la piel. El diagnóstico de AN es principalmente clínico, basado en la apariencia característica y los sitios típicos de afectación. Sin embargo, las presentaciones atípicas o las ubicaciones inusuales pueden complicar el diagnóstico, lo que requiere una evaluación clínica exhaustiva y, en ocasiones, una biopsia para descartar otras afecciones.

La obesidad es la causa más prevalente de acantosis nigricans, particularmente entre niños y adolescentes, donde sirve como un marcador cutáneo de resistencia a la insulina. La resistencia a la insulina, a su vez, es un precursor de la diabetes mellitus tipo 2, por lo que la detección e intervención tempranas son fundamentales. Más allá de la obesidad y la resistencia a la insulina, la AN puede estar asociada con endocrinopatías como el síndrome de ovario poliquístico (SOP), trastornos de la tiroides y, con menor frecuencia, neoplasias malignas internas, especialmente adenocarcinomas gastrointestinales. Reconocer la AN como un marcador potencial de estas afecciones subraya la necesidad de una evaluación integral del paciente cuando se identifica la afección.

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El manejo eficaz de la acantosis nigricans implica abordar la causa subyacente siempre que sea posible. Para la AN relacionada con la obesidad, la reducción de peso a través de modificaciones del estilo de vida, como la dieta y el ejercicio, es fundamental. Si la afección es inducida por medicamentos, se debe considerar la interrupción o sustitución del medicamento infractor. El tratamiento de las endocrinopatías o neoplasias malignas asociadas es crucial para resolver la AN y prevenir su recurrencia. En los casos en que no se pueda identificar o tratar una causa subyacente, el manejo de las propias lesiones cutáneas se convierte en el centro de atención.

Los tratamientos tópicos para la acantosis nigricans localizada incluyen retinoides, análogos de la vitamina D y agentes queratolíticos, que pueden ayudar a reducir la hiperpigmentación y el grosor de las placas. Los peelings químicos y otras terapias queratolíticas también se emplean por sus efectos exfoliantes. Para la AN más extensa o generalizada, o casos que no responden a los tratamientos tópicos, se puede considerar la terapia sistémica con retinoides orales. Estos tratamientos tienen como objetivo mejorar la apariencia cosmética de las lesiones, aunque lograr una cura completa sigue siendo un desafío.

Además de los tratamientos convencionales, se han explorado terapias avanzadas como la dermoabrasión, la terapia con láser y la extirpación quirúrgica, particularmente para casos resistentes a otros tratamientos. Estas modalidades pueden ofrecer una mejora cosmética significativa, pero generalmente se reservan para casos graves debido a su naturaleza invasiva y posibles efectos secundarios. La elección de la terapia debe individualizarse, teniendo en cuenta la gravedad de la afección, las preferencias del paciente y la presencia de cualquier trastorno sistémico subyacente.

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Si bien la acantosis nigricans es una afección tratable, lograr una cura completa suele ser difícil. Por lo tanto, tratar la causa subyacente es esencial para resolver y prevenir la recurrencia de la afección. Los pediatras y otros proveedores de atención médica deben estar atentos al reconocimiento de los signos clínicos de la AN, ya que el diagnóstico temprano puede impulsar una mayor investigación de posibles trastornos sistémicos, incluida la resistencia a la insulina y las neoplasias malignas. En resumen, la acantosis nigricans es más que una cuestión cosmética; es un marcador cutáneo que puede revelar importantes condiciones de salud subyacentes. El tratamiento eficaz depende del reconocimiento temprano, la evaluación exhaustiva y las estrategias de tratamiento específicas para abordar tanto las lesiones cutáneas como cualquier trastorno sistémico asociado.